Un contrato solo es válido si las partes entienden lo que están firmando. Si alguien firma algo sin comprender su contenido o sin haber tenido la oportunidad real de entenderlo, ese contrato puede considerarse nulo o inválido. La base de cualquier acuerdo es el consentimiento informado. Si no hay entendimiento, no hay verdadero consentimiento, y por tanto, no hay contrato válido.